viernes, 17 de agosto de 2007

CAPITULO 15: a la playa con lucas

Mi querido Lucas
Al llegar a casa siempre me espera Lucas, siempre con esa mirada como si me quisiera decir algo, a veces creo que me tratara de ayudar en mis enredos, pero la mayoría de veces creo que se burla.
Con el humor ácido de Lucas tengo que lidiar, si está de buen humor tengo que tirarle su pelota de tenis unas 800 veces por todo el departamento; cuando esta de malas, pues no hay quien se le acerque, es capaz hasta de mostrar esos colmillos que a veces me hacen pensar que Catalina disfrazó un cocodrilo de perro y me lo regaló.
Me despierta a las 6 a.m., porque le urge salir al parque. Por las noches esta acostumbrado a salir a pasear al parque y jugar con sus amigos: Roxana, una samoyedo preciosa; titán, un doberman enano; mateo, un fox terrier hiperquinético y su inseparable rulos un airwolf de casi 2 metros.
Supongo que esa es su pandilla y deben intercambiar ideas respecto a los dueños que comparten sus vidas. Bueno mis cosas por demás salidas de un cuento de horror asombrarían al mismísimo Alfred Hitchkoc.
Un día de playa, pues no se me ocurrió peor idea que ir con Lucas, por una parte es interesante que todas las chicas te miren, porque sentado en la arena con un trago en la mano, leyendo un libro y con tu perrito al costado como que te ves bien mono y hasta tierno, claro que hay algunos que van con un adefesio de perro miniatura y se les ve de lo mas maricones.
Lucas que por lo demás le encantan que lo miren y le digan que es lindo y encantador, pareciera decirme: ves? Me miran a mi y no a ti, y tu me estas utilizando de la forma más asquerosa para atraer a alguna ingenua!
Se me acercaron dos chicas preciosas que me hicieron recordar a aquellas amigas de Ignacio que se calatearon la noche que conocí a catalina; y me hicieron la pregunta de rigor: y que raza es?............Lucas me quedo mirando y se dio media vuelta y lei en su expresión: ay, calabazas, todas tuyas.
Ah es un scottish terrier. Respondí, se sentaron un rato y empezamos una conversación de lo mas intrascendente; cuando de pronto escuche una voz a lo lejos: Gerardo!!!!
Ay no, era Ignacio, su flamante esposa y mi pequeño sobrino nuevo, mezcla de stich con bob esponja, completamente salvaje y desubicado. En fin. Se colocaron al costado; Ignacio con la cara de estúpido no dejaba de mirar a aquellas chicas en bikini y dar su mejor sonrisa bajo la estricta supervisión de su mujer.
En nuestras buenas épocas íbamos a la playa con Ignacio a correr tabla y después a sentarnos frente al mar y tomarnos unas buenas cervezas hasta el día siguiente.
El panorama actual como que era deprimente; Ignacio sentado en su sillita con su cooler al costado comiendo un sándwich de pollo limpiándolo de vez en cuando porque su engendro se encargaba de aderezárselo con arena; su esposa sentada al costado con un libro de esos de chopra que me parecen una diarrea de estupideces adornadas con cerezas. De rato en rato le alcanzaba otro sándwich una manzana y su gaseosita de rigor a mi amigo, porque: Ignacio, si tomas licor no te metas al mar. Le dice.
Bueno por mi lado estaba con un cooler lleno de hielo, una botella de vodka, agua tónica, unas aceitunas, papitas, jamón y queso cortado como para un piqueo.
Ignacio me miraba como cuando Lucas me pide que le de de comer; me compadecí de él y le serví un trago, ya después del primero al carajo la manzanita y la coca cola. Nos pusimos a chupar. La esposa de Ignacio no hallaba la hora que el trago se acabe para poder irse de ese lugar. De pronto volteé y no encontré a Lucas, me paré exaltado: Lucas! Grite. Al costado mío había un montículo de arena que se movía y debajo de el estaba mi adorado scottish, pues el engendro este de mi sobrinito no había tenido mejor idea que aprovechare el sueño de Lucas para enterrarlo; bueno como les explico que Lucas me miró fijamente y antes de que le leyera el pensamiento lo cargue y lo llevé al mar para poder bajarle un poco los ánimos.
A los pocos metros se encontraba un tipo de aproximadamente unos 130 kilos paseando a su bóxer, que a decir verdades parecían hermanos siameses. Al mirarlo, Lucas se le abalanzó y fue directamente al cuello de aquel animal, este quedo inmovilizado y cayo al suelo, era un espectáculo de no creer; aquel scottish terrier tenia al bóxer en el suelo sin moverse. Yo trataba de abrir aquel hocico de cocodrilo de Lucas que no se movía por nada.
La gente se empezó a acercar como de costumbre para el chisme, cuando detrás mío se paró un tipo del mismo grosor del dueño del bóxer, era un tipo de 150 kilos y exclamó:
Esta playa no es para perros!; Ignacio que ya estaba bajo los efectos del alcohol y de su pan con pollo, exclamo mirándolo:
Ah si?, pues tampoco es para chanchos!...................................., el gordito lo quedo mirando: como dijo?
El dueño del bóxer, que también se sintió aludido con el comentario volteó y se acerco donde Ignacio; ya era un espectáculo propio de los titanes del Rin ver a esos dos mastodontes a punto de desintegrar a mi amigo; Lucas seguía con su mandíbula inmóvil, cuando pude de un tirón abrir aquel tremendo hocico; el bóxer se incorporó como una flecha y se abalanzó sobre el pecho de su dueño, éste del impacto se tropezó contra el otro mastodonte y esta a la vez cayo encima de Ignacio, que quedó como tres metros bajo la arena.
Ya incorporados todos, los ánimos se apaciguaron, llevé a Lucas a sentarse nuevamente a mi lado. Ignacio se había quedado sin aire y su pequeño engendro insistía en enterrarlo ahora a él. Su flamante esposa no tuvo mejor ocurrencia que ayudarlo a enterrar.
Sentado con mí acido scottish al costado y mirándolo a mi pobre amigo desaparecer entre la arena pude escuchar que Lucas me dijo al oído:
¡Que bajo ha caído tu amigo!

DE LAS MEMORIAS DE MI VIDA. GERARDO

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